El azar no tiene respuestas.

Relato e ilustración sobre una historia que puede ser real. Cuba y la emigracíon irregular. Autora Patricia Fernández Miranda.
¿Y si no hubiera salido de casa...?

En 2020 escribí otro relato para ser publicado en la antología Palabras de Seda Fina.

Una parte de la historia transcurre en Cuba durante los años ´80, en La Habana.

Aunque en definitiva es un suceso intemporal. El entorno económico y social allí no ha cambiado, en todo caso se han recrudecido las penurias de la población.

Hay otra parte del relato que narra una peligrosa huida por mar. 

Las travesías entre las costas de Cuba y los Estados Unidos en embarcaciones no adecuadas por su fragilidad son muy frecuentes.

Muchos han muerto en el Estrecho de la Florida y muchos son devueltos a Cuba si son interceptados en el mar.

Es la gran tragedia de la emigración irregular.

Las razones para arriesgar la vida en un viaje sin garantías son variadas, pero en todas subyace el descontento, el afan de mejoras económicas y en el caso de la protagonista, una situación que puede llevarla a la cárcel. 

Este relato está publicado en la antología Palabras de Seda Fina VII. 

El título del relato es El azar no tiene respuestas.

(Fragmento)

No había brújula, se perdió horas antes cuando subimos al bote. En la costa también quedaron las garrafas con agua potable. 
El miedo a ser descubiertos convirtió el momento de abordar la embarcación en un “sálvese quien pueda”. 

Entré en el mar sin valorar la distancia por recorrer. Di grandes zancadas. Intenté mantener el equilibrio, pero el fondo lleno de oquedades me hizo caer de bruces. Al levantarme sentí una cuchillada en el tobillo, una mordida del arrecife que en ese momento, no me pareció importante. Di otro paso, mi pie no encontró apoyo. Me hundí y el agua salada me llenó la boca. La tos comenzó a ahogarme. Quise mantenerme a flote. Mis manos golpearon la superficie líquida. Busqué un punto de sujeción. Nadie acudió en mi auxilio. 

Un golpe de resaca me acercó al bote. Me aferré con fuerza a la madera áspera. Con la llegada de otra ola pude salir del agua. Salté al interior, alguien me dio un codazo en la cara. Escuché a la otra mujer, decir: 

<<¿Estamos todos?>>. 

Mi tos continuó hasta que vomité. Mis pulmones sintieron alivio. 

Agazapada en el pequeño bote escapaba de Cuba.Todos, a excepción de Pedro, eran para mí desconocidos. Lilian y Octavio no pudieron subir a la embarcación. Pensé en las consecuencias. Lo lamenté por ellos. Me sentí un poco culpable. Miré a Pedro que esquivó mi mirada. El azar no tiene respuestas.

El hombre que viajaba solo y el padre del niño comenzaron a remar. Había que alejarse en silencio de la orilla. Si descubrían nuestra huida y nos apresaban, seríamos condenados a muchos años de cárcel. 

El viejo se aferró a la tabla donde estaba sentado. Su postura era altiva. Parecía un chamán dispuesto a espantar la mala suerte. Las estrellas se balanceaban y escondían detrás de su silueta. 

El golpe rítmico de los remos me recordó la canción de Cohen con los versos de Lorca. Vals y muerte. Un escenario con danzantes puntos luminosos y una luna huidiza. Muchachas bonitas y el mar. Y la muerte que hunde su cola en el agua negra de la noche. 

Me estremecí. Me sentí vulnerable. Extraviada en esta huida que cabalgaba sobre las horas. 

¿Y si no hubiera salido de casa? ¿Y si no hubiera discutido con mi madre? ¿Y si hubiera asistido al trabajo? ¿Y si no hubiera estado toda la noche leyendo? 
¿Y si…? 

Cada pregunta aumentó mi amargura. Solo podía recriminarme. Después llegaría la ira, la impotencia de los mortales, de los antihéroes, de los que se mantienen al margen de los acontecimientos y por una razón inexplicable se ven envueltos en la vorágine más inesperada. 
 
¿Y si esto fuera una pesadilla? 

El relato El azar no tiene respuestas de Patricia Fernández Miranda
Ilustración para el relato.

A cada uno de mis relatos publicados en las antologías de Palabras de Seda Fina de la Editorial Los libros de Balmenhorn, les realizo una ilustración. 

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