Antología de relatos.




La pintura y la literatura conviven conmigo, casi, desde la pubertad.
 
El primer poema que escribí era un burdo plagio que mostré sin pudor a una de mis tías. 

Unos años después comencé a escribir poemas propios. Eran edulcorados reclamos de amores imposibles.

Ya en la adolescencia tardía, el tono fue menos dulce, pero más realista. 

Un amor platónico hizo que conociera a Walt Whitman y a Baudelaire

Y por azar encontré en una librería un libro de contenía dos tesoros: El jardinero y Pajaros perdidos de Rabindranath Tagore.

Ya por esa época cambió de un modo radical mi manera de escribir y dejé la rima para experimentar con los versos libres.

Quizás esa forma de escribir fue la base que propició que al final terminara por escribir relatos. 

Paralelo a mis intentos literarios estaba la afición de pintar. 

Primero comencé como en la Literatura: copiando. 

Una vez me encontré unos tubos de óleo y monté un trozo de lienzo en un bastidor. 

Aquella pintura fue el primer intento de utilizar los pinceles. Me sentía tan orgullosa de aquel adefesio que tuve hasta la ingenuidad, de regalarlo a alguién que de seguro lo tiró en el primer latón de basura.

Todo esto pasó hace muchos años y es una pequeña introducción para explicar la imagen que abre este post.


Es la portada de la antología de relatos Palabras de Seda Fina IV de la editorial Los libros de Balmenhorn.

En ese libro participé con un relato titulado París está tan lejos al que también le realicé esta ilustración.


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